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En esa búsqueda en la que ando por reivindicar a la bella durmiente, para que no se le obserce como una simple tonta que ahí estaba, esperando a un beso que nunca llega (no, el beso del sujeto de mallas no es el que todas las bellas durmientes deseamos y esperamos), encontré una más.
Sí, una creación más, un acercamiento distinto a ver quién es ella, o más bien, cómo son ellas (nosotras), las bellas durmientes, las que dormimos eternamente en nuestro sopor de vida.
Las que despertamos constantemente, observamos el mundo, y preferimos ensoñar. O, simplemente, le hacemos creer al Otro que estamos dormidas para que así, con un ojo abierto y un párpado cerrado, ponderemos y observemos sin (pareciera), ser observadas.
Sí, definitivamente Paul Delvaux es un príncipe más. No sé si logre despertarnos, pero su metáfora pictórica de beso es hermosa.
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