Tuesday, April 28, 2009
esperando la espera
"The waiter's exasperated question "How long do I have to wait?" is not only to assure her of the end of her waiting but also implies her desire to escape her inner duration for the outer certainties of time. The deeper experience of waiting is not in its quantity, not in how long I have to wait, but in the fact - the existential fact - that I am enduring. The familiar complaint of children "are we there yet?" suggests that children, who lack the artifice of distraction, who seem naturally contemplative, might be painfully aware of the impermanence of life. To distract them at all cost is to prevent them from feeling their time. " - Harold Schweizer
Este tiempo de aislamiento (paranoico o no, pero existente) ha vuelto el tiempo en un ente más, es mi compañía, es mi tormento. Lo saludo por las mañanas con una sonrisa porque sé que estará todo el día a mi lado, porque no sentí su presencia durante la noche, aun cuando despertaba en medio de una pesadilla, aun cuando no entendía porque mi cama estaba tan llena de él, si supuestamente me había ido a dormir sola, un vacío lleno. Sí, él está ahí. El tiempo es mi sustantivo que me sustenta en la espera, lo experimento lo siento. No es un tiempo que va, que vuela, que pasa; es el tiempo que se vive, adquiere textura, emite sonidos, es. Caparazón de parpadeos en los que me abismo en el aislamiento. EL tico-toc se ha vuelto mi latido. Es mi latido.
Yo siento al tiempo que me siente, que siento. Por las noches lo detesto porque sé que en la oscuridad puede alargarse, convertirse en un ser monstruoso que me persigue por mi casa, que desea devorarme sin deseo. Quisiera que el tiempo tuviera lujuria, que quisiera violentarme sexualmente, que me violara. Explícitamente. Ya no con metáforas, con inciertos momentos. Quisiera que la espera la hiciera activa. Y así, paso el tiempo... (y así el tiempo pasa, aguantándome... )
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paranoias
y una respuesta
ah, la maravilla de la comunicación cibernética...
todos hablan, nos escuchamos a través de las computadores y cada quien comparte las carcajadas con su propio eco...
(gracias dr bazán)
todos hablan, nos escuchamos a través de las computadores y cada quien comparte las carcajadas con su propio eco...
(gracias dr bazán)
Monday, April 27, 2009
Chica post porno - máscaras (la influenza)
Pues la cuarentena vuelve a la chica post porno creativa y como soy su alter-ego, permito que suba sus invenciones y ponderaciones en mi blog...
Get your own playlist at snapdrive.net!
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Sunday, April 26, 2009
lo que me falta...
es domingo y hace meses que no sentía algo así, un vacío una ausencia... hace meses y años y eternidades que la depresión del domingo ya no existía en mi devenir cotidiano ...
me faltan sonrisas, me falta tacto, me falta contacto...
hace tres días que no tengo ningún contacto físico con nadie... hace tres días que no sé cómo se siente la piel de otros, mi piel contra los labios de alguien que me salude, la mano que me acaricia, el abrazo de alguien a quien quiero...
si no toco otras pieles, se me olvida cómo se siente la mia...
Saturday, April 25, 2009
en cuarentena
En cuarentena 26 de enero 2009 Escucha a Bob Dylan. Se pregunta cuál es la música más adecuada para una cuarentena, para dejar de ver a gente caminar, para ensimismarse todavía más. Se pregunta cuántas cuarentenas ha vivido antes sin saberlo, quizás, auto impuestas. Se acordaba de un amante, uno de los primeros que se atrevieron a tocar su cuerpo, y cómo cantaba ‘Tangled up in blues’ mientras le besaba el ombligo y se metía entre sus piernas. Las palabras se mezclaban con sus fluidos y entre sus gemidos y el que él estuviera descubriendo su sexo, las palabras salían entrecortadas desde el centro de la unión de sus piernas. Escucha a Bob Dylan en esta noche que lentamente se va convirtiendo en madrugada, una noche solitaria, una más en la que se irá a dormir sola. Una cuarentena de su mirada, atrapada por el espejo. Probablemente por eso prefiere café con leche y vodka, sabe mejor que no tener con quién hacer eco en la cama. Escribía poesía sobre su propia piel. Con un pincel, con un cincel, con su boca. Escucha a Bob Dylan y ve una noche más en la que la luna no ha iluminado aun ningún camino amarillo. La guitarra suena, la voz que quisiera que fuera suya. Ese amante la abandonó con las piernas abiertas y el corazón cerrado. Ese amante le cantaba a Bob Dylan mientras la seducía. Otros le han cantado otras historias, y al final, el cojín junto al suyo siempre amanece vacío de sueños. Hoy bebe vodka con café, leche y un toque de soledad que le abraza el corazón y le tranquiliza en su madrugada que pinta de noche. Hoy sonríe y escucha a Bob Dylan. Sabe que las palabras no son suyas pero que las letras siempre le pertenecerán. Su sonrisa vive en una cuarentena exigua dentro de la recreación que hace de su propia mente. Sabía que sus pensamientos realmente pertenecían a la esfera de los sueños, pero prefirió ignorarlo. Lo que ignoras siempre te remite a un éxtasis constante. Casi siempre. A veces. En esta noche escucha canciones que hace décadas no sonaban por su cuerpo. La voz la reconoce de pronto. Las letras las reconoce, tal vez. Quizás sea que nunca escuchó estas canciones. Quizás se está inventando una noche más para escribir, tomar café con leche y vodka y escuchar a un músico con el que nunca fantaseo en la cama. (Hace una lista de fantasías musicales, y escucha su silencio. )
y, ¿dónde quedó la pandemia?
En casa he estado, encerrada, todo el día, días y días y semanas en las que no he podido volar, aún, creo. No, no son semanas, no son días, es un día que se ha alargado hasta convertirse en días enteros y semanas y más.
Todavía no tengo claustrofobia, todavía.
pero comienza a instalarse una ligera noción de ella en mi cabeza, claustrofobia de mi misma, de mi cabeza, de mis pensamientos. Se arremolinan sensaciones en un esperpento de mi ser. Qué cosas no he hecho aún, cuánto chocolate debiera comer antes de que el fin del mundo llegue. Ah, todo lo que no he vivido y todo lo que no he escrito.
Palabras insaboras a las que hay que lavarle las manos a cada rato.
¿A qué sabe mi paranoia?
(parecería que a pepino con semillas)
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Saturday, April 18, 2009
Un desierto en el refrigerador
14 de abril, 2009 - 18 de abril, 2009
(Para Row, y a veces, también para Ernestina)
La verdad era que aunque viviera constantemente dentro de un refrigerador, su boca siempre tenía la sensación de estar ahogándose con un algodón de azúcar morado y gigante en medio del desierto.
El día en el que tuvo que ponerse desodorante tres veces en cuatro horas, fue el cataclismo que tenía que suceder para que se mudara a un refrigerador.
No había manera de convencerlo de que fuera de esa caja metálica con olor a encerrado y zumbido constante existían otras maneras de no sudar.
Hasta el agua le daba miedo.
Quizás era la parte líquida del asunto, el que no pudiera asirla, el que se le escapara entre sus obscenas mentes cochambrosas. Quizás. (Y sí, el plural es como debe ser, no son dedazos sobre la letra que pluraliza las palabras; dentro de un ser así solamente podrían existir mentes que se acompañen, no una sola que juegue al eco dentro del cuestionamiento de la división entre mente y cuerpo).
El zumbido lo acompañaba mientras jugaba a un ajedrez litúrgico con las palpitaciones de sus sienes y sus tobillos. Escribía marometas en su descansar.
Lo que simplemente no podía concebir era su absoluta incapacidad de tocar un instrumento. Por eso se inventaba canciones que no tuvieran ni armonía ni sintonía, de esta manera no importaba qué nota le sacaba al cuerpo en cuestión (porque veía a los instrumentos como cuerpos, como personas), empataba con tal canción.
En la repisa donde deberían de ir las alcachofas y los jitomates tenía un saxofón demasiado agudo. En el anaquel dónde generalmente se acomodan los quesos y las carnes frías tenía un trombón que de tan pequeño parecía hecho a la medida para un enano. Donde estarían los yogures tenía un triangulo y dos platillos. Y en la puerta, donde los huevos se sienten más cómodos, una flauta transversa de latón, aunque debería de ser de plata.
A veces su cuerpo no le hacía mucho sentido, por lo que intentaba manipularlo de otra manera, (saltar con los codos, abanicarse con los dientes, ver por las narinas, caminar con la cintura) , y de esta manera, entre la confusión corporal y musical, salían estruendosos conciertos desde dentro de un refrigerador que se encontraba en un centro comercial al que nadie iba a comprar esos aparatos para mantener el frescor de todos los alimentos.
Una de los miedos más atroces de este personaje que aun no nombramos pero podríamos llamar Oster, eran los dedos de sus pies. Le aterraban los dedos de sus pies, o más bien, le aterraba la noción de que quizás mientras roncaba, alguien pudiera cambiárselos por otros. Así que al despertar, siempre con un aullido tremebundo para asegurarse de que sus cuerdas vocales seguían funcionando y para ser su propio auto despertador, revisaba sus pies. Alisando los pliegues del sueño y tirando las ensoñaciones, revisaba sus pies, bostezaba y cuestionaba una a una sus falanges. Les hacía preguntas que únicamente unos dedos que hubieran vivido con él toda la vida sabrían responder. Intentaba no llegar al punto de la tortura, pero a veces era absolutamente necesario, tenía que saber si eran suyos o si eran embusteros. Otras veces los pintaba de colores distintos (de dónde sacaba barniz de uñas dentro del refrigerador será un misterio que hasta la fecha no se ha podido resolver), y jugaba a que las diminutas uñas eran oráculos maravillosos en los que podía ver el futuro de la humanidad.
Habrá que aclarar en este momento que Oster no era humano, o por lo menos no en todo el sentido de su significado y su metafórica razón. Una vez había escuchado sobre un señor que una vez fue grillo y todo lo que esa metamorfosis conllevo, y decidió que él (si es que le podemos atribuir un género sexual definido), era una mariposa que una vez fue rana que alguna vez se convirtió en un delfín que se comió a la mariposa que era cuando deseaba ser almeja que creaba perlas traslucidas que explotaban como burbujas en el caparazón de una tortuga abandonada por el destino en un desierto que se había colado dentro de un refrigerador.
Era extraño ver, si es que alguien alguna vez lo vio, un almacén gigantesco al que nunca nadie entra, filas y filas de refrigeradores fuera de sus cajas, todos similares, pero de distintas formas y colores. Como un gran ejercito para luchar en contra de la podredumbre de los alimentos. Filas y filas de soldados innertes ante la inminencia de que no están conectados a la luz eléctrica. Todos menos uno. El de Oster era el único que sí servía, que tenía el eterno zumbido que Oster utilizaba como tortura contra los dedos de sus pies. Cómo lo conectó, quién lo conectó, por qué estaba conectado si “nadie” lo usaba, no son preguntas que se deben de hacer de noche porque alguien de una agencia gubernamental secreta podría escuchar esos pensamientos e intentar acabar con todos los globos que intentes inflar en tu vida.
(primera parte)
(Para Row, y a veces, también para Ernestina)
La verdad era que aunque viviera constantemente dentro de un refrigerador, su boca siempre tenía la sensación de estar ahogándose con un algodón de azúcar morado y gigante en medio del desierto.
El día en el que tuvo que ponerse desodorante tres veces en cuatro horas, fue el cataclismo que tenía que suceder para que se mudara a un refrigerador.
No había manera de convencerlo de que fuera de esa caja metálica con olor a encerrado y zumbido constante existían otras maneras de no sudar.
Hasta el agua le daba miedo.
Quizás era la parte líquida del asunto, el que no pudiera asirla, el que se le escapara entre sus obscenas mentes cochambrosas. Quizás. (Y sí, el plural es como debe ser, no son dedazos sobre la letra que pluraliza las palabras; dentro de un ser así solamente podrían existir mentes que se acompañen, no una sola que juegue al eco dentro del cuestionamiento de la división entre mente y cuerpo).
El zumbido lo acompañaba mientras jugaba a un ajedrez litúrgico con las palpitaciones de sus sienes y sus tobillos. Escribía marometas en su descansar.
Lo que simplemente no podía concebir era su absoluta incapacidad de tocar un instrumento. Por eso se inventaba canciones que no tuvieran ni armonía ni sintonía, de esta manera no importaba qué nota le sacaba al cuerpo en cuestión (porque veía a los instrumentos como cuerpos, como personas), empataba con tal canción.
En la repisa donde deberían de ir las alcachofas y los jitomates tenía un saxofón demasiado agudo. En el anaquel dónde generalmente se acomodan los quesos y las carnes frías tenía un trombón que de tan pequeño parecía hecho a la medida para un enano. Donde estarían los yogures tenía un triangulo y dos platillos. Y en la puerta, donde los huevos se sienten más cómodos, una flauta transversa de latón, aunque debería de ser de plata.
A veces su cuerpo no le hacía mucho sentido, por lo que intentaba manipularlo de otra manera, (saltar con los codos, abanicarse con los dientes, ver por las narinas, caminar con la cintura) , y de esta manera, entre la confusión corporal y musical, salían estruendosos conciertos desde dentro de un refrigerador que se encontraba en un centro comercial al que nadie iba a comprar esos aparatos para mantener el frescor de todos los alimentos.
Una de los miedos más atroces de este personaje que aun no nombramos pero podríamos llamar Oster, eran los dedos de sus pies. Le aterraban los dedos de sus pies, o más bien, le aterraba la noción de que quizás mientras roncaba, alguien pudiera cambiárselos por otros. Así que al despertar, siempre con un aullido tremebundo para asegurarse de que sus cuerdas vocales seguían funcionando y para ser su propio auto despertador, revisaba sus pies. Alisando los pliegues del sueño y tirando las ensoñaciones, revisaba sus pies, bostezaba y cuestionaba una a una sus falanges. Les hacía preguntas que únicamente unos dedos que hubieran vivido con él toda la vida sabrían responder. Intentaba no llegar al punto de la tortura, pero a veces era absolutamente necesario, tenía que saber si eran suyos o si eran embusteros. Otras veces los pintaba de colores distintos (de dónde sacaba barniz de uñas dentro del refrigerador será un misterio que hasta la fecha no se ha podido resolver), y jugaba a que las diminutas uñas eran oráculos maravillosos en los que podía ver el futuro de la humanidad.
Habrá que aclarar en este momento que Oster no era humano, o por lo menos no en todo el sentido de su significado y su metafórica razón. Una vez había escuchado sobre un señor que una vez fue grillo y todo lo que esa metamorfosis conllevo, y decidió que él (si es que le podemos atribuir un género sexual definido), era una mariposa que una vez fue rana que alguna vez se convirtió en un delfín que se comió a la mariposa que era cuando deseaba ser almeja que creaba perlas traslucidas que explotaban como burbujas en el caparazón de una tortuga abandonada por el destino en un desierto que se había colado dentro de un refrigerador.
Era extraño ver, si es que alguien alguna vez lo vio, un almacén gigantesco al que nunca nadie entra, filas y filas de refrigeradores fuera de sus cajas, todos similares, pero de distintas formas y colores. Como un gran ejercito para luchar en contra de la podredumbre de los alimentos. Filas y filas de soldados innertes ante la inminencia de que no están conectados a la luz eléctrica. Todos menos uno. El de Oster era el único que sí servía, que tenía el eterno zumbido que Oster utilizaba como tortura contra los dedos de sus pies. Cómo lo conectó, quién lo conectó, por qué estaba conectado si “nadie” lo usaba, no son preguntas que se deben de hacer de noche porque alguien de una agencia gubernamental secreta podría escuchar esos pensamientos e intentar acabar con todos los globos que intentes inflar en tu vida.
(primera parte)
badasses...
lecciones de historia de una manera demasiado divertida.
efectivamente la red es la onda.
http://www.badassoftheweek.com/index.html
efectivamente la red es la onda.
http://www.badassoftheweek.com/index.html
Thursday, April 16, 2009
ma-ri-mar
De esas cosas que te mandan, que encuentras, que pasan por la vida y te hacen el día, porque te ríes, porque te carcajeas y porque es maravilloso lo que hace la gente para combatir el aburrimiento, o simplemente para divertirse.
mo' sleeping beauties
En esa búsqueda en la que ando por reivindicar a la bella durmiente, para que no se le obserce como una simple tonta que ahí estaba, esperando a un beso que nunca llega (no, el beso del sujeto de mallas no es el que todas las bellas durmientes deseamos y esperamos), encontré una más.
Sí, una creación más, un acercamiento distinto a ver quién es ella, o más bien, cómo son ellas (nosotras), las bellas durmientes, las que dormimos eternamente en nuestro sopor de vida.
Las que despertamos constantemente, observamos el mundo, y preferimos ensoñar. O, simplemente, le hacemos creer al Otro que estamos dormidas para que así, con un ojo abierto y un párpado cerrado, ponderemos y observemos sin (pareciera), ser observadas.
Sí, definitivamente Paul Delvaux es un príncipe más. No sé si logre despertarnos, pero su metáfora pictórica de beso es hermosa.
Monday, April 13, 2009
cant hurry, what?
Resulta extraño, pero me pasa demasiado seguido como para que sea casualidad, probablemente sea una casualidad causada por mi misma, por la energía que emano.
O tal vez, probablemente, tenga algo que ver con qué es lo que la vida quiere enseñarme ahora.
así que, por el momento estoy trabajando y ponderando la cuestión de la espera en las bellas durmientes... y las siguientes palabras salieron en una madrugada de estas:
Reivindicaré a las bellas durmientes, ellas nunca han sido las que esperan ser despertadas, es a ellas a quien se espera. Primero a ver dónde están, cómo están (estado soporifero, comatoso, etc.), qué se les puede hacer para sacarlas de ese estado… y después esperar toda la vida para que regrese lo que no está. (ilusos, príncipes ilusos. Jamás obtendrán aquello que tanto ansían, porque, simplemente, no existe.)
Y también, ahora, escucho esto....
¿quién tiene la razón?
¿qué espera es la que busco/amos?
¿qué espera disfrutamos y cuál sufrimos y cuál disfrutamos sufrir?
Friday, April 10, 2009
la pornografía post
definitivamente debería de estar haciendo otras cosas, y, ¡bendito sea el multi-tasking! así que mientras escribo tesis erótica, bajo música, escribo cuentos, leo teoría, juego al faisbuk, (y esto solo es en línea)...
pues esto me hizo reir un montón.
¡gocen!
www.theonion.com/content/video/study_children_exposed_to
chica post porno - la claridad
Este es el inicio de una conversación, palabras dirigidas, obviamente, a todos los escuchas, pero primeras palabras dirigidas a una persona específica. Doctor Bazan, este, quizás, es el signo de interrogación antes de iniciar una pregunta...
'
Get your own playlist at snapdrive.net!
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Tuesday, April 7, 2009
chica post porno - literaria - maupassant
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una experimentación más con la chica post porno...
¿les gusta? ¿disgusta?
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comentarios y ronqueras,
de cosas literarias,
francesas,
intervenciones,
porttugesas
quisiera verme
Mis ojos son los ojos que se ven, que se procuran. Mis ojos son los que reciben piropos; saben reir y suspirar y a veces, también saben ver.
Quisiera poder ver aquello que mira a los demás, quisiera ver mis ojos para poder, así, verme a mi misma.
(O tal vez el saber de su existencia fuera de mi, a partir de mi, sea suficiente, tal vez.)
)))Cada vez que siento que me ahogo en el reflejo de la pupila ajena, me reconozco un poco más(((
Monday, April 6, 2009
other people's words I like
Creativity requires the courage to let go of certainties.
- Erich Fromm
The ability to simplify means to eliminate the unnecessary so that the necessary may speak. - Hans Hofmann
There are no passengers on Spaceship Earth. We are all crew. - Marshall McLuhan
The illiterate of the 21st century will not be those who cannot read and write, but those who cannot learn, unlearn, and relearn. - Alvin Toffler
Dare to be naive. - Buckminster Fuller
The future belongs to those who believe in the beauty of their dreams. - Eleanor Roosevelt
Change is not merely necessary to life - it is life. - Alvin Toffler
Great spirits have always encountered violent opposition from mediocre minds.- Albert Einstein
The key to change... is to let go of fear. - Rosanne Cash
They must often change, who would be constant in happiness or wisdom.- Confucius
“To be in love is merely to be in a perpetual state of anesthesia - to mistake an ordinary young man for a Greek god or an ordinary young woman for a goddess” - Mencken
- Erich Fromm
The ability to simplify means to eliminate the unnecessary so that the necessary may speak. - Hans Hofmann
There are no passengers on Spaceship Earth. We are all crew. - Marshall McLuhan
The illiterate of the 21st century will not be those who cannot read and write, but those who cannot learn, unlearn, and relearn. - Alvin Toffler
Dare to be naive. - Buckminster Fuller
The future belongs to those who believe in the beauty of their dreams. - Eleanor Roosevelt
Change is not merely necessary to life - it is life. - Alvin Toffler
Great spirits have always encountered violent opposition from mediocre minds.- Albert Einstein
The key to change... is to let go of fear. - Rosanne Cash
They must often change, who would be constant in happiness or wisdom.- Confucius
“To be in love is merely to be in a perpetual state of anesthesia - to mistake an ordinary young man for a Greek god or an ordinary young woman for a goddess” - Mencken
Sunday, April 5, 2009
música de tu día
asi que un amigo me pasó una dirección cibernética que contiene un quiz con el cual puedes saber cuál es la canción que era la número uno el día de tu nacimiento...
la mia es:
Physical" by Olivia Newton-John
no sé qué más se puede decir.
http://www.youtube.com/watch?v=spaw8bCZMHc
:-)
la mia es:
Physical" by Olivia Newton-John
no sé qué más se puede decir.
http://www.youtube.com/watch?v=spaw8bCZMHc
:-)
Saturday, April 4, 2009
encuentros de risas
me reencontré con este video tantos años después, y me sigue causando risa extrema...
enjoy!
enjoy!
Thursday, April 2, 2009
origenes
el día de hoy por alguna absurda razón (o no tan absurda, de hecho, bastante coherente), me he dado cuenta que soy de origen jázaro.
Maravilla de las maravillas.
De ahí mi obsesión con mis sueños y los sueños ajenos (y el rehusarme a ser freudiana, aunque tengo todo el deseo dentro)...
y mi piel demasiado blanca como para perdurar en los soles de otras latitudes.
Gracias R.V. ahora ya puedo crear una nueva versión sobre mis orígenes.
Maravilla de las maravillas.
De ahí mi obsesión con mis sueños y los sueños ajenos (y el rehusarme a ser freudiana, aunque tengo todo el deseo dentro)...
y mi piel demasiado blanca como para perdurar en los soles de otras latitudes.
Gracias R.V. ahora ya puedo crear una nueva versión sobre mis orígenes.
Wednesday, April 1, 2009
pedazo de alas (pedazo de un escrito del pasado)
En el cajón de los escritos olvidados encontré este texto. Sorprendentemente, me gustó.
se los dejo como parentesis entre las entregas de la chica post porno.
Pedazo de alas
16 mayo 2005
(revisión, 1 abril 2009)
Anoche soñé que tenía alas pero no sabía volar. Desperté. Mi espalda desnuda, el vacío compensando los sueños que tenía sobre los párpados.
Desde mis ojos de niño, y hasta mi parpadear de adulto, las cosas que flotaban fascinaban mi atención, la maravilla del prodigio de aquello que debiera caer más velozmente y no lo hace, la insensatez de una hoja de abedul que cayó del árbol y se rehúsa a tocar el suelo.
Alguna vez alguien me dijo que las palabras tenían la capacidad de flotar, y desde entonces suspiro palabras al aire, intentando encontrar aquella que volará y se perderá entre nubes de colores de fábulas. Tal vez tenga que ser un suspiro, o un grito elevado desde el silencio de mi respiro, no lo sé. Pero esa palabra tiene que encontrarse en algún lugar, y me he dedicado todos los cambios de colores que han sufrido mis ojos desde entonces para encontrar esos sonidos que al ser emitidos, no caerán.
Belleza de inconsciencia infantil, alas en los sueños, pesadumbre en el despertar.
¿Cómo se busca una palabra entre tanto silencio?
¿Y si yo fuera a convertirme en la palabra que tanto buscaba?
Decidí tener alas en la espalda para poder flotar. Si no era en mi costado, ningún otro lugar aguantaría la pesadez de mi realidad, aquella que impide el despegarme del suelo siquiera milímetros sobre los sueños.
No recuerdo si fue una determinación mía, o simplemente sucedió, pero recuerdo que en algunos espacios de mis juegos infantiles, de pronto caían plumas de avestruz a mi alrededor. Nunca supe si esas eran las que tenía destinadas y con un gran esfuerzo imaginativo las tenía que reunir, guardar, armar como rompecabezas y esperar a que llegara aquél que me enseñara a pegarme mi creación sobre la espalda… yo siempre me imaginé que mis alas serían de plumas inmensas de colores, o pequeñísimas blancas, casi transparentes, pero nunca de un ave que se le olvidó volar.
Alguna vez me paré en la orilla de un precipicio y le grité al retumbante vacío. Tal vez debía correr y aventarme a la incertidumbre, cual albatros que sabe que flotará a pesar de la pesadez de las alas que le impiden elevarse desde el suelo. Bello albatros, imposibilitado con sus inmensas alas a despegarse del suelo, siempre un pequeño intento de suicidio cada vez que siente la necesidad de volar.
Laberinto del desencadenamiento de incongruencias.
¿Qué será más pesado, saber que únicamente arriesgando mi posibilidad de divagar en el fantaseo de mi irrealidad, puedo llegar a flotar? O, ¿qué el suelo con la seguridad del arraigue a la habitualidad aparente permitiría especulaciones irrealizables?
Alas, únicamente quería alas, como un ángel, como un ave, como una mariposa con plumas de esmaltes polifónicos.
Quería verme en el charco que unas lágrimas habían dejado abandonado y reflejar mi espalda con protuberancias de plumas; llenar el desierto de tanta piel homogénea con protuberancias que quizás se atreverían a volar.
Volar, ese era el fin último.
Años y siglos e instantes en un parpadeo en el que confronto mi sueño con la realidad que me imagino me subyuga a lo inteligible.
Y si la casualidad penetrara por una ranura de mi pupila ¿hacia dónde se dirigirían esas alas inexistentes?
Tantos lugares que podría abandonar, tantos paisajes en los que me camuflaría sin ser nunca parte de ellos, tantas esferas breves como una palabra nunca emitida de las que podría desaparecer sin siquiera tocar con la planta de los pies.
¿era eso lo que buscaba entre las palabras suspiradas y las palabras susurradas?
¿o simplemente deseaba tener alas?
Crearlas con el material desechado por las ilusiones y los anhelos, desmenuzar los gránulos de arena que caen en silencio sobre un reloj que no marca el tiempo, chuparme los labios resecos y forjarlas con los ojos cerrados, con las manos atadas con estambre de araña sobre los ojos, con el cuerpo inclinado hacia las rodillas. Concebirlas en un pasaje del tiempo que jamás se concretará sobre un parpado que desea ser pétalo de amapola.
Y tenerlas, pintarlas sobre mi espalda, trazo a trazo, delinearlas sin pincel ni yemas de los dedos, simplemente con el deseo de su existir.
Tener alas sobre la espalda.
¿volar? No sé… la posibilidad ….
se los dejo como parentesis entre las entregas de la chica post porno.
Pedazo de alas
16 mayo 2005
(revisión, 1 abril 2009)
Anoche soñé que tenía alas pero no sabía volar. Desperté. Mi espalda desnuda, el vacío compensando los sueños que tenía sobre los párpados.
Desde mis ojos de niño, y hasta mi parpadear de adulto, las cosas que flotaban fascinaban mi atención, la maravilla del prodigio de aquello que debiera caer más velozmente y no lo hace, la insensatez de una hoja de abedul que cayó del árbol y se rehúsa a tocar el suelo.
Alguna vez alguien me dijo que las palabras tenían la capacidad de flotar, y desde entonces suspiro palabras al aire, intentando encontrar aquella que volará y se perderá entre nubes de colores de fábulas. Tal vez tenga que ser un suspiro, o un grito elevado desde el silencio de mi respiro, no lo sé. Pero esa palabra tiene que encontrarse en algún lugar, y me he dedicado todos los cambios de colores que han sufrido mis ojos desde entonces para encontrar esos sonidos que al ser emitidos, no caerán.
Belleza de inconsciencia infantil, alas en los sueños, pesadumbre en el despertar.
¿Cómo se busca una palabra entre tanto silencio?
¿Y si yo fuera a convertirme en la palabra que tanto buscaba?
Decidí tener alas en la espalda para poder flotar. Si no era en mi costado, ningún otro lugar aguantaría la pesadez de mi realidad, aquella que impide el despegarme del suelo siquiera milímetros sobre los sueños.
No recuerdo si fue una determinación mía, o simplemente sucedió, pero recuerdo que en algunos espacios de mis juegos infantiles, de pronto caían plumas de avestruz a mi alrededor. Nunca supe si esas eran las que tenía destinadas y con un gran esfuerzo imaginativo las tenía que reunir, guardar, armar como rompecabezas y esperar a que llegara aquél que me enseñara a pegarme mi creación sobre la espalda… yo siempre me imaginé que mis alas serían de plumas inmensas de colores, o pequeñísimas blancas, casi transparentes, pero nunca de un ave que se le olvidó volar.
Alguna vez me paré en la orilla de un precipicio y le grité al retumbante vacío. Tal vez debía correr y aventarme a la incertidumbre, cual albatros que sabe que flotará a pesar de la pesadez de las alas que le impiden elevarse desde el suelo. Bello albatros, imposibilitado con sus inmensas alas a despegarse del suelo, siempre un pequeño intento de suicidio cada vez que siente la necesidad de volar.
Laberinto del desencadenamiento de incongruencias.
¿Qué será más pesado, saber que únicamente arriesgando mi posibilidad de divagar en el fantaseo de mi irrealidad, puedo llegar a flotar? O, ¿qué el suelo con la seguridad del arraigue a la habitualidad aparente permitiría especulaciones irrealizables?
Alas, únicamente quería alas, como un ángel, como un ave, como una mariposa con plumas de esmaltes polifónicos.
Quería verme en el charco que unas lágrimas habían dejado abandonado y reflejar mi espalda con protuberancias de plumas; llenar el desierto de tanta piel homogénea con protuberancias que quizás se atreverían a volar.
Volar, ese era el fin último.
Años y siglos e instantes en un parpadeo en el que confronto mi sueño con la realidad que me imagino me subyuga a lo inteligible.
Y si la casualidad penetrara por una ranura de mi pupila ¿hacia dónde se dirigirían esas alas inexistentes?
Tantos lugares que podría abandonar, tantos paisajes en los que me camuflaría sin ser nunca parte de ellos, tantas esferas breves como una palabra nunca emitida de las que podría desaparecer sin siquiera tocar con la planta de los pies.
¿era eso lo que buscaba entre las palabras suspiradas y las palabras susurradas?
¿o simplemente deseaba tener alas?
Crearlas con el material desechado por las ilusiones y los anhelos, desmenuzar los gránulos de arena que caen en silencio sobre un reloj que no marca el tiempo, chuparme los labios resecos y forjarlas con los ojos cerrados, con las manos atadas con estambre de araña sobre los ojos, con el cuerpo inclinado hacia las rodillas. Concebirlas en un pasaje del tiempo que jamás se concretará sobre un parpado que desea ser pétalo de amapola.
Y tenerlas, pintarlas sobre mi espalda, trazo a trazo, delinearlas sin pincel ni yemas de los dedos, simplemente con el deseo de su existir.
Tener alas sobre la espalda.
¿volar? No sé… la posibilidad ….
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(( ))
( un paréntesis es un momento para respirar )
( un paréntesis es un silencio para soñar )
( un paréntesis es un espacio para estar )