Saturday, August 27, 2011

(huracán 1)

Huracán

Hace años ¿fueron tantos? Recuerdo un encerrón. Recuerdo una soledad parecida a esta.
Fue una catástrofe natural también, pero una catástrofe biológica y yo bebía café con vodka y chile piquín. Escuchaba a Bob Dylan constantemente y escribía como si las palabras que no le podía dirigir a nadie más en persona, tuvieran que salir en el teclado. Eso fue hace años.
Ahora la claustrofobia es causada por una mujer: Irene.
Quizá fue el hecho de que sabía que me encerraría, no fue (tan) inesperado, tuve casi un día entero de conocimiento prematuro, de que la idea de mis cuatro paredes se afianzara en mi devenir de este sábado. Este sábado que antes de la aparición de dicha femea ventosa contenía bicicletas y paseos, una alberca y baile en el parque. Ahora son paredes. Y soledad.
La última vez fue inesperado, simplemente sucedió, como cuando ves una burbuja de jabón elevarse y admiras su belleza y la consideras en tu memoria contra todas las otras burbujas de jabón que conoces y… ya no está, se reventó. Algo así fue la última vez, hace años con ese café con vodka y chile piquín.
En esa claustrofobia obligada recuerdo desear abrazos, desear contacto físico. Recuerdo estar aquí, con este mismo teclado y abrazarme y decirme cosas; me susurraba porque no podía resistir que nadie más me las susurrara. Todo eso recuerdo, y la ciudad vacía, el terror constante, inminente ante lo desconocido. Las redes sociales y la televisión, nadie sabía nada. Una peste rondaba el ambiente, la posibilidad del fin de la humanidad por un virus. Se sentía la tensión.
Ahora la veo, veo a esa mujer que me quitó mi sábado y me regaló otro con sabor a mantequilla derretida y a suspiros de canela. Veo cuánta fuerza tiene, leo sobre ella, la admiro desde la distancia, curiosa por sus proezas y deseos. La llevo esperando más de veinticuatro horas y sólo detecto su humedad.
Esta mañana salí a pasear, a caminar, a ver que el mundo seguía existiendo a pesar de la aprehensión, de la valkiria de vientos que se acercaba a nosotros. Ayer el mundo brillaba a pesar de los preparativos ante la inminencia. Esta mañana la humedad era caliente, como un abrazo gigantesco que le otorgaba la tierra a aquellos que nos atrevíamos a salir. Esta mañana no sucedía nada aún, pero la ciudad ya se encontraba en su casa, abrazados a sus sueños, esperando.
Interrumpo mi escritura. Necesito salir. Respirar.
Todavía no hay viento, me dicen, leo en redes sociales, leo en periódicos, leo en todos lados. Lluvía sí, la veo escurrirse por mis ventanas, adornarlas como sólo la lluvia sabe cómo. Pero viento no, tengo que salir.


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( un paréntesis es un momento para respirar ) ( un paréntesis es un silencio para soñar ) ( un paréntesis es un espacio para estar )