Érase una vez… la pornografía1
por Kelly A.K.
Lo que para unos es pornografía, para otros no es más que la carcajada del genio.
D.H. Lawrence
¿Qué es la pornografía? ¿Dónde empieza ésta y dónde termina el erotismo? ¿Cuál es la diferencia entre un desnudo artístico y los que aparecen en Penthouse? Quizá no existan respuestas concluyentes a estas preguntas, pero sí se puede explorar un poco en las definiciones y los orígenes de aquello que llamamos pornografía.
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Primer acto
Una bella joven habla con su amiga y le comenta su gran problema: no puede obtener placer sexual. Acude al médico, y éste, tras revisarla, encuentra que la falla no es fisiológica, sino anatómica: el clítoris se encuentra en su garganta y no en sus genitales. ¡Eureka! Lo que necesita es hacer felaciones profundas constantes para acceder al orgasmo…
Segundo acto
Una mujer es secuestrada y obligada a entrar en un coche con la cara cubierta. Dentro de una habitación, otras mujeres la desnudan y comienzan a acariciarla y besarla; ella se rehúsa, se defiende, pero poco a poco se somete al placer. La están preparando para una aventura detrás de la puerta verde, un mundo en el que probará los placeres como a una sacerdotisa en su iniciación…
Tercer acto
Dos hermanas quedan huérfanas. En el orfanato, la directora corrompe a una y la otra escapa buscando la virtud. Un conde la acoge como criada de su mujer, pero la convierte en esclava sexual. La joven pide albergue en un monasterio, pero los monjes la violan, la golpean y le cosen el ano y la vagina para desvirgarla una y otra vez. Cuando se reencuentra con su hermana, se da cuenta de que ésta, en su corrupción moral, no había llegado a actos tan depravados…
¿Cómo se llamó la obra?
Entre el erotismo y la pornografía
Es sumamente complejo hablar de la historia de un género de expresión humana cuando éste no se ha podido definir. Annie Sprinkle, exprostituta, pornógrafa y artista, dice que «en el erotismo se utiliza una pluma, en la pornografía, la gallina entera»; la actriz porno Gloria Leonard sostiene que la diferencia entre ambos es sólo la iluminación, y Naief Yehya, escritor mexicano que reside en Nueva York, dice que la pornografía se considera no por lo que es sino por lo que causa.
Etimológicamente, pornografía viene de pornos, pornos, 'prostituta' y grafos, graphos, 'escritura o dibujo': «estudio de la vida y costumbres de las prostitutas». Posteriormente evolucionó como vocablo para hablar de un género de expresión de la sexualidad humana: primero, el francés Nicolas Edme Restif de la Brétonne en 1769 lo utilizó en su texto sobre las prostitutas; en 1857, se acuñó también en la lengua inglesa y se le relacionaba con la higiene; luego, en 1864, el diccionario Webster introdujo la palabra para describir pinturas licenciosas que decoraban espacios con aspiraciones orgiásticas.
En español, la rae la introdujo en 1899, en la que tenía tres distintas acepciones, que se mantuvieron hasta 1992 --sí, los hispanos, siempre tan atrasados en sexualidad, hasta léxicamente--: 1. tratado acerca de la prostitución 2. carácter obsceno de obras literarias o artísticas y 3. las obras literarias o artísticas de ese carácter. Actualmente, la primera acepción es «presentación abierta y cruda del sexo que busca producir excitación».
Pero lo que no se ha dicho es que la pornografía, además de la expresión de la sexualidad, es una trasposición de actividades, el llevar lo privado a lo público, es decir, lo obsceno: lo que está fuera de escena, la intimidad expuesta ante el ojo que la desee ver.
Lo obsceno
El cuerpo pornográfico, compacto, se muestra, no se da, no hay ninguna generosidad en él.
Roland Barthes
Los dos primeros actos al principio de este texto describen las películas pornográficas2 que dieron inicio a la industria como la conocemos hoy en día --en su era dorada o porno chic--; el tercero es un texto del Marqués de Sade, considerado hoy en día como literatura erótica. Pero, tras leer las descripciones, ¿no podríamos considerar que el tercer acto es más pornográfico que los otros dos?
El erotólogo Valerij Savchuk habla de la transformación de la imagen del cuerpo desnudo en el arte, desde la Venus de Willendorf, pasando por las formas clásicas grecorromanas, las pudorosas del Medievo al romanticismo, hasta el abstracto del siglo xx. Por ejemplo, cuando se descubrieron las figuras de Pompeya en el siglo xviii, se miraron con los ojos de la moralidad, escondiéndolos en museos secretos, lejos de las miradas de mujeres y niños. Estas mismas figuras de hombres y mujeres desnudos, de falos gigantescos y de hombres con penes erectos y del tamaño de sus brazos, habían estado expuestas en las plazas públicas de la ciudad romana. En Europa, siglos después, las vieron como pornográficas. Hoy en día, son eróticas.
Desde 1523 ya circulaban obras literarias pornográficas, pero fue con la masificación de los medios --desde la invención de la imprenta en el siglo xv y su desarrollo en siglos posteriores, y con la irrupción del cinematógrafo a finales del siglo xix-- cuando se volvieron accesibles al pueblo y se abarataron. Savchuck escribió que la pornografía, como la conocemos hoy en día, fue «descubierta» a principios del siglo xx, justo antes de la Expo Mundial en París, cuando la policía confiscó más de 80 000 tarjetas «indecentes»; más que su contenido, lo escandaloso era su número, descomunal para aquellos días. Aunque hoy quizá, serían simples fotografías eróticas.
Si saltamos hasta los años 70, encontramos la era de la «porno chic», las películas de alto costo con argumentos de por medio --no simplemente sexo, sino algo más: un espacio en el que se pretendía que el espectador se pudiera identificar con los personajes, como el cartero que toca la puerta de una mujer en negligé que le agradece el paquete… acariciándole el paquete-- y revistas como Hustler, fundada por Larry Flynt, pornógrafo señalado por la sociedad como «enfermo», pero que defiende su derecho a la libertad de expresión y al consumo de productos que a él, y a muchos otros, le parecen placenteros.
De lo privado a lo público
Una de las primeras revistas porno fue la californiana Jaybird en la cual, además de desnudos, se mostraban escenas lúdicas; luego, en 1968 apareció la competencia sicodélica Sundisk, aunque Playboy ya hacía de las suyas desde los años 50,3 pero con menos piel y menos juego. Penthouse inició en 1965 en Inglaterra, y fue más explícita, mostrando pelo y simulación de penetración.
Entre las revistas y las películas, la industria de la pornografía floreció: Martin Amis afirma que en 1975 el valor del porno en los ee. uu. era de entre cinco y diez millones de dólares; actualmente entran en la ecuación ocho mil millones, invertidos en diversos «quereres» mediáticos.
Por otro lado, la pornografía ha influido la evolución del siglo xxi: las videocintas se desarrollaron para que las salas de cine no fueran el único lugar en el que se pudieran ver películas… y, desde luego, esto incluía a las películas porno. Lo obsceno se llevaba a casa, de lo privado a lo público y de regreso. En la guerra de los formatos --Beta vs. vhs--, la industria porno inclinó la balanza hacia una vertiente y la otra murió: rip al Beta.
¿Y qué decir de la Internet? Internet permitió que se desarrollara la pornografía amateur: ya no eran las actrices operadas y perfectas ni los actores con miembros exorbitantes los que se venían en tu pantalla, sino seres comunes y corrientes mostrándose, en sus orgasmos, ante el mundo. Además de que comenzaban a alimentarse las preferencias específicas, se volvió más fácil encontrar lo que a uno le excita, y a seres afines a los que les excita lo mismo.
¿Con final feliz?
La historia de la pornografía es la historia de la humanidad. La industria porno, que no sufre crisis como las demás,4 sigue descubriendo maneras de ser vista, de ser aprendida y aprehendida, de ser disfrutada y deseada. Sin que seamos conscientes de ello, es la pornografía la que ha dirigido parte de nuestras vidas durante las últimas décadas. Los avances de la tecnología, de la moral, de la publicidad, de la industria fílmica, todo tiene que ver con llevar a lo público lo privado, al exponer las distintas expresiones de la sexualidad. Lo porno ha invadido nuestras vidas.