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también en la presentación en el D.F. en la librería Voces en Tinta el sábado 16 a las 4pm.
Pensé que hoy no te iba a extrañar. Todo me indicaba que sería un día que se asemejaba a la normalidad, con discrepancias y algunas sorpresas. Pero amanecí derretida en mi cama, sin posibilidad de moverme.
Hoy tu ausencia pesa más.
Tu ausencia pesa siempre, todos los días, en cada acción o noticia que te hubiera contado. Quién se casó, cómo se llama mi perrita, qué estoy estudiando, quién tuvo otro bebé…
Tu ausencia se siente todos los días, en cada aventura que ya no tuvimos, en las conversaciones que se quedaron a la mitad. Tu ausencia me pesa cuando quiero abrazarte, un poquito nada más, y saber que hueles mal porque no te bañaste y me persigues para que te siga oliendo y yo grito y los dos nos reímos.
Hoy no te hubiera gustado cumplir 35 años, pero a mí me hubiera gustado celebrarlos, contigo.
Hoy yo celebro la vida que tuviste, que viviste y celebro la mía. Celebro los días que yo sí respiro y hago y lloro.
Hoy me comeré un pastel y no le prenderé velitas para que no te sientas mal por todos los años que no cumpliste. Pero me lo comeré para que sepas que te estoy celebrando. Que celebro la vida, la posibilidad de vivir.
Hoy te extraño más.
Mañana te extrañaré un poquito menos porque sino los días no se estremecen como deberían, pesarían demasiado.
Hoy te extraño más porque es el décimo cumpleaños que no cumples. Porque hoy tampoco está mi hermano mayor.
Diario de la cefalea
Ojalá fuera yo quien viviera esta vida. Pero pido disculpas por adelantado, pido disculpas por lo inconveniente que se ha vuelto mi personalidad.
Es el dolor, digo. El dolor constante.
Hoy aprieta en las sienes. Amanecí desnuda de él y poco a poco, como todos los días, se me atravesó.
Llega y me come.
Ayer la oscuridad esa tenebrosa que se apodera de cualquier indicio de felicidad.
La soledad absoluta.
¡Pero ya no estoy sola! Grito y grito. Ya no estoy sola. Ahora tengo a la cefalea.
Ella y yo somos amigas y nos detestamos. Se apodera de las cosas que más quiero por ser una pareja celosa.
Me abraza y me aprisiona, me quema.
Quema atrás.
Pero esta mañana las sienes son las que sienten que fueron atropelladas por un camión. Así ahora. No amanecí así.
Últimamente me da unos segundos o minutos largos de tranquilidad. Minutos en los que creo que ya no vendrá nada, que así será y seguirá. Que ya no hay más dolor y quizá el día se vista distinto.
Desnuda amanezco.
Desnuda de dolor.
Y luego, inquietante, susurrante y a pasitos tan discretos que ni la escucho ni la veo llegar, entra, me penetra por donde más me carcome. En la lectura de textos ajenos entra el dolor.
Por ahí va, entra por los ojos y se asienta en donde más cómoda se sienta ese día. Hoy es en la sien derecha.
Me sorprende que mi cabeza siga redonda, yo la sentiría más plana estos días. ¿cómo, con tanta presión, existe la redondez de la cabeza?
Esquizofrénico dolor, ¿hoy dónde dolerás?