A petición de varios, me permití escribir las instrucciones para cocinar alcauciles, también conocidos como alcachofas o flores de tiempo.
1. Nunca se debe de preparar una alcachofa sola, se vuelve triste y solitaria. Las alcachofas platican mientras se encuentran en el horno o en la olla.
2. No se le debe tener miedo a las espinas, uno debe recordar que dentro de las queridas alcachofas, existe un corazón que pide a gritos ser comido.
3. Pensar muy bien con quién se compartirán; el desmenuzarlas es un proceso tardado e íntimo, así que no se comparte con cualquiera.
4. Al momento de la preparación, uno debe comprender que cada una de las hojas terminará siendo destrozada, por ello, se le debe de dar cariño y caricias.
5. Recordar que las alcachofas son las primas terrestres de las jacarandas, sólo que las primeras salen del suelo para elevarse, y las otras se elevan para caer.
6. Limpiarlas bien, una tina a temperatura cálida hará que se aflojen y no les dé miedo entregarse a los condimentos que se preparan para su unción.
7. Picar, finamente, muchos dientes de ajo. Es fundamental recordar que las manos con olor a ajo es uno de los grandes afrodisíacos de la edad antigua.
8. Poner, si se quiere, las hojas de perejil a nadar junto con las alcachofas. Así encontrarán un diálogo de encuentro y querrán estar más tiempo unidas.
9. Picar, finamente, el perejil. Permitir, antes que esto, que la hierba se despida, brevemente, de las alcachofas.
10. Mezclar ingredientes secretos junto con sal de mar, pimienta recién molida y aceite de oliva.
11. Añadir el ajo y el perejil a la poción.
12. Tomar, delicadamente, una de las alcachofas. Tomar medio limón y frotar, como si fuera un amante nuevo, a la alcachofa, cada una de las hojas, el tallo, para que crezca en la boca, el tronco, para que llegue al corazón.
13. Introducir la poción dentro de las hojas y todo alrededor. Todo esto, obviamente, con las manos desnudas.
14. Introducir, una a una, las alcachofas dentro de una olla grande.
15. Cuando la poción se haya terminado, junto con los alcauciles seductores, llenar el frasco con agua y bañar a las fervientes alcachofas con ella. Una o dos unciones será suficiente.
16. Tapar la olla, mirándolas fijamente, sabiendo que ahora se transformarán en manjares, en flores del tiempo que se desflorarán.
17. Prender fuego. Prender el fuego. Prenderse.
18. Oler. Esperar.
19. Mirar. Esperar. Seducir-se. Sentirse seducidos.
20. Comer.
P.D. Recordar que la preparación de los alcauciles es una especie de terapia-apapacho. La cual funciona tanto para quien los prepara, como para quien será el invitado de honor en el banquete de la desfloración de las alcachofas.