Friday, March 19, 2010

(círculo de poesía)

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Re-encuentro





(6 de noviembre 2006)



Se ahoga.

Lo sé porque todas las palabras que debía haber emitido hace años y siglos y segundos no las dice.

Olvidó

cuáles eran dentro de la autoflagelación que vive en las asperezas de su devenir.





Si no respira no puede hablar, pero también olvidó lo que era respirar.

El aire en algún momento tenía la textura de aceite hirviendo color azul claro, como el mar caribe arrasado por huracanes que únicamente querían platicar con las palmeras.



Eras tú así.

Cuando te conocí no hablabas, los sonidos no tenían tu voz, y su significado era ajeno a cualquier cosa que se albergara dentro de la constelación de tus emociones.

Veías las estrellas con saudade y llorabas como esos cocodrilos que conocimos juntos; esperando a que alguien llegara a hacerte reír,

o simplemente a dormir a tu lado para que las pesadillas no osaran meterse entre

tus párpados.



Así eras tú.

Cuando intentaba meterme dentro de tu caparazón para ver las acuarelas desgastadas por el granizo, pintando el pavimento de tu dolor.

Me veías

y tus pupilas se agrandaban, invitándome a entrar, mientras tus brazos se cerraban en torno a tu pecho, huyendo de cualquier caricia que mis ojos invadieran tu ser.



En algún momento me enamoré del fantasma que sabía que no eras tú, pero que me otorgaba la paz de saber que quizás,

adentro,

te podía encontrar.



Nuestras conversaciones se limitaban a los contornos de nuestros cuerpos.

Y nunca entendiste lo que mis manos dibujaban sobre tu espalda.

Historias de nuestro pasado que nunca compartimos,

historias de los sueños que no tuvimos,

historias del presente que se escapaba entre nuestros dedos.

Te enamoraste de mi, de mi eterna búsqueda dentro de tu suspiro. Creo.



7 nov



Perdí mis sueños dentro de ti.







18 de septiembre 2006 – 9 marzo 2010



Decidió que era momento de renacer.

Había perdido palabras,

buscó durante todo un día y cuatro noches;

en momento de insomnio inconsciente, notó sus dedos inflamados.



La parte de los dedos más lejana de la mano parecían ampollas,

suavecitas,

cual dedos de rana buscando dónde engancharse para observarte durante varias horas.



Corrió desde el tapete en el que estaba acostada,

la habitación empequeñecía

y manos se arrastran por el suelo.



Las ventosas inexistentes tomaron lo que buscaban:

una pluma.



Y comenzó a escribir.



Todas las palabras que se habían escabullido por entre sus pensamientos acabaron en sus dedos, deseando ser escritas.



No sé si debería decir qué fue lo que escribió aquella madrugada y tres días más.

Basta con decir que toda su piel quedó marcada de aquellas palabras que ella no había podido pronunciar por tanto tiempo.



Se le olvidó que también

a las palabras

se les pierden cosas cuando se aglutinan así.











19 de noviembre 2006 – 9 marzo 2010



en un viaje al desierto descubrió que ella también tintineaba,

como las estrellas.



Tal vez era un manto negro que cubría una infinidad

luz,

y un niño travieso con unas tijeras, comenzó a hacerle agujeros para que nosotros viéramos luces a millones de años de distancia.



¿Ella era un agujero, o una luz?



Viajó en el universo,

viajó en su infinito,

viajó en un atardecer que parecían olas de color que se embuchaban encima de la oscuridad.

Se encontró a si misma,

viendo cómo un arbusto

contrastaba sus espinas

con los colores

que las montañas presentaban ante un testigo único.

Ella.

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(( ))

( un paréntesis es un momento para respirar ) ( un paréntesis es un silencio para soñar ) ( un paréntesis es un espacio para estar )